27 de marzo de 2012

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En 1998, Nacho Vigalondo nos dió una "lección de cine" con tan solo una vaca y una "batbola" para demostrar que no importa tanto el hecho desencadenante de una narración como todo lo que este provoca. Lo que viene a ser un McGuffin en el argot hitchcockiano.

En 2005, Vigalondo rueda para Notodofilm, “Domingo”, cortometraje donde ya se exploraban los conflictos de pareja a partir de una premisa ufológica.


14 años después del primero y 7 del segundo, Vigalondo lleva a la máxima expresión los discursos de aquellos cortos con “Extraterrestre”, un film cuyo interés no radica en su principal reclamo, entroncado con la ciencia-ficción, y si en su reacción, de la cual surge una inesperada comedia romántico-paranoica.


No es “Extraterrestre” una elaborada propuesta sci-fi como lo fue esa brillante narración espacio-temporal llamada “Los Cronocrimenes”. Tampoco conviene esperar un invasión espectacular a lo “Independence Day”, ésto es algo más cotidiano y doméstico. En “Extraterrestre” aflora el Vigalondo más romántico. La historia de Julio (Julián Villagrán) y Julia (Michelle Jenner), pareja de desconocidos que un buen día despiertan juntos con más preguntas que respuestas. Conociendo al cantabro como todos creemos conocer (su twitter, sus intervenciones en el Focoforo, aquel Diario Cinematográfico de “El País”, incluso sus impagables karaokes) es fácil comprender que para él el romance surja del fantástico, y que del romance nazca la comedia, y que de la comedia brote el absurdo. Que aparezca por ahí la ultraviolenta y transgresora figura de Miguel Noguera, que el universo chanante esté obligadamente representado por Cimas y Areces. Todo eso es “Extraterrestre”, película que demuestra el carácter inquieto, ocurrente y singular del director de “7:35 de la mañana”, características siempre bienvenidas por nuestro cine.


Lo mejor de la segunda película de Vigalondo vuelve a estar en su talento innato para la economía de medios. De los tres únicos personajes de “Los Cronocrímenes” pasamos a los cinco de “Extraterrestre”. Apenas un par de localizaciones y mucha inteligencia para sacar el máximo provecho a los escasos recursos, para convertir en iconos elementos tan comunes como una pelota de tenis o un frasco de melocotón en almíbar (antes ya fueron una venda rosa y unas tijeras), para narrar una pequeña comedia costumbrista de enredos amorosos provocadas por esas "otras invasiones"; la de Julio en la casa de Julia, en su relación deteriorada con Carlos (Cimas), la de Julia en el corazón de Julio, la invasión hogareña de un impertinente vecino, la invasión de un alterado Raúl Cimas a un grupo de "resistencia ovni", la invasión de este propio grupo en los hogares de a través de una frecuencia UHF. Todo desde una óptica y un punto de partido singular y con una gran destreza en el uso de la elipsis.


Extraterrestre” es una película única en su especie a la que le encaja como un guante el tan socorrido hematoadjetivo “tróspida”. En su hibrido de géneros, en su humor a ratos inclasificable e incómodo (para eso está Carlos Areces) está su fuerte y puede que, también, su handicap de cara al gran público y es que Vigalondo nos ha ofrecido algo radicalmente nuevo; una historia de amor especial que no espacial.

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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

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